134- EN SANTA POLA. Por Darío Pérez, paciente de ataxia paraneoplásica.

Estoy tan "liao" que no sé por dónde empezar, pero a la una... a las dos... y a las tres: Me lo he pasado super genial con Pepi, Toño, Juan Carlos y sus caregivers, (como dice el griposo marinero del Odra), Luis, hermano de Toño, África, cuñada del mismo, y Tomás, hermano de Juan Carlos. El madrugón valió la pena. A las 11:30 estábamos mi amigo Pablo y yo a la puerta del castillo de Santa Pola.

¿Qué deciros de Pepi, Toño y Juan Carlos, que vosotros no sepáis?. Pepi es exactamente como os la imagináis quienes no la conocéis en persona, sólo que en vivo es muchísimo más guapa. Las fotitos no le hacen justicia. Es una personita entrañable, dulce, tímida, discreta, pendiente de todo... un encanto. ¡Qué vista ha tenido el Toño! ¿Y el Toño? Pues igual, es ese tipo cordial, amante del humor, sensible y que vibra como un Stradivarius: antes de verlo ya se siente una corriente de buenas vibraciones y cuando te toca, y más si te da un beso, te lanza una descarga tan fuerte y tan gratificante que no me extraña tenga a la Pepi en una nube... y ni pinta de que se baje. Se les ve enamoradísimos y viviendo una felicidad que levanta el ánimo a cualquiera. Pero, ¿ y Juan Carlos? A éste le conocéis menos. A él le gusta permanecer en la sombra, pero siempre al acecho de si puede hacer un favor a alguien... y es así en persona. Sus bellísimos ojos te penetran hasta el fondo de la mente con unos chispazos de inteligencia que desarman a cualquiera: Más vale tener bonitos pensamientos cuando te mira a los ojos, porque te da la sensación de que te lee.

Resultó un día de fábula. Tuvimos un caldero "que quitaba el sentío"... si estaría bueno que, a pesar de que a mí se me quita el hambre con las emociones, le metí tenedor sin duelo.

Fotos hubo, con la supercybercámara de Pepi y otra, pero de esa tarea se encargarán ellos.

En el viaje de vuelta, sin comparación con el madrugón, el tequila hizo su tarea y en el momento justo. Una hora y quince minutos tardamos de Santa Pola a Valencia. Pablo me preguntó: "¿Vas bien?". (El coche a 240 km/h.). Y respondí: "¡Qué suerte tienes de que vaya tan borracho!, pero si ves que se me pasa, levanta miaja la alpargata, que en las curvas se me mezclan los vermuts" (en recuerdo de Mariajo). Ese tequila que tan suave entra, luego parece el puño de un peso pesado. Si nos llega a parar la policía, les reventamos el alcoholímetro, o como se llame el bicho ese que mide cuanta sangre llevas en el torrente alcohólico :-) .

Aquí, aprovecho para recordar a mi "Pequeño Saltamontes", como cada Navidad, y repetir su impactante: "Todos dicen: ¡qué bien, ya llegó la Navidad!". Y nosotros decimos: "¡qué bien, hemos llegado a la Navidad!". Queridísima Cristina: ¡qué super bien! Es la tercera vez que lo decimos juntos. ¿A ver si al final vamos a tener que decir lo que dicen todos? Pero, ¡que bien, hemos llegado todos, los viejos y los que acaban de apuntarse a esto de la putataxia, en español. Por lo tanto, levantemos los corazones ("sursum corda", que decía el clásico latino) y brindemos por el 2k1 que se va y confiemos que el 2k2 se porte al menos tan bien como el año de las torres gemelas o el año del fallecimiento de la peseta, que pasa a mejor vida.