150- DE CARACAS A BUENOS AIRES, II. Por Calogero Schembre, paciente de ataxia, de Venezuela.

(Anterior).

XI

Nos dirigíamos a Río de Janeiro, pero nuestro vehículo se contagiaba de la ataxia del conductor y se dirigió a Ouro Preto, en el estado de Minas Gerais, al noroeste de Río de Janeiro, Vitoria... pero no a secas sino, Vitoria da Conquista. Vitoria y Governador Valadares, la capital Belo Horizonte, eran ciudades que por ratos se dirigiría nuestro vehículo, pero no, íbamos hacia Ouro Preto.

Urgentemente tuvimos que averiguar sobre Ouro Preto. Los mapas nos decían que era un pueblito en una zona montañosa y los libros de historia que había sido escenario de acontecimientos importantes en la independencia del Brasil... que el ahora pueblito había sido una población importante en época de los portugueses... lugar de nacimiento de Tiradentes... sitio donde había un Museo de mineralogía. Pero lo que no sabíamos es que su día de descanso es el lunes, por lo que obligatoriamente debíamos dormir en Ouro Preto.



XII

Después de estar en Ouro Preto, nos dirigimos a Río de Janeiro: ciudad cuya característica más publicitada es su Carnaval.

En los días que pasamos en Río, nos dedicamos a descansar y a conocer la ciudad. Quise subir al Pao de Azúcar sitio desde donde se divisa gran parte de la costa de la ciudad: son 60 km. de playa, muy bien cuidados.

Franco me informo que solamente le quedaba una semana de las doce que le habían dado de permiso en Londres. Mi cabeza se dispuso a trabajar aceleradamente: 1- No habíamos llegado aún a Buenos Aires. 2- Era virtualmente imposible continuar solo el viaje. 3- No quería poner en peligro el trabajo de Franco. 4- Quería continuar con el viaje.

Hable telefónicamente con Gladys, mi esposa, y se mostró decidida a hacer el viaje. Le tuve que prometer que no iríamos a sitios como el Amazonas. Si era así, le tenía que esperaba una semana, pues estaba por concretarse una operación comercial muy importante para nosotros. La espere una semana que se convirtió en dos. Con muy pocas gana partió Franco. A los tres meses empezaba otra etapa del viaje.



XIII

Gladys, mi esposa, llegó a las dos semanas. Como si estuviera viviendo mucho tiempo en Río, me tocó hacer de guía turístico. Me sentía muy contento de estar a su lado y, a la vez, muy triste por la partida de Franco. Gladis me hizo subir otra ves a Pao de Azúcar para ver la ciudad desde lo alto. Nos mudamos de hotel. Nos fuimos a Ipanema. Me hizo conocer las playas. Disfrutamos una semana más de estancia en Río.

Nos tocó darle la despedida a nuestro garotinho, que sentí mucho el dejar a las garotas, pero el deber lo llamaba.

En la ida hacia Sao Paulo puse a Gladys al corriente del viaje. Ella estaba de acuerdo y decidida: iríamos a Ushuaia la ciudad más austral del mundo. Una sola cosa nos preocupaba: ¿cómo estaría el tiempo cuando llegáramos allá en el mes de Junio? Nos tendríamos que apurar para llegar en ese mes. En el mes de Julio allí nieva y yo nunca había conducido en nieve.

Nos faltaban 430 km. para llegar a Sao Paulo, ciudad que no nos interesaba mucho. Luego, hacer un desvío de unos 400 km. para llega a Curitiba, ciudad que, por lo que habíamos leído acerca de ella, estábamos empeñados en conocer.



XIV

Salimos de Río y fuimos rumbo a Sao Paulo: solamente le pasamos por un lado. Sao Paulo nos intimidaba con sus 10 millones de habitantes y su tamaño: Sólo pasarle por un lado nos consumió mas de una hora.

Nuestro próximo destino era Curitiba, a 400 km. Deseábamos ya hablar en español. Pasamos por varios pueblos para entrar en el estado de Paraná. Se hacia evidente la diferencia entre el Norte deshabitado y el Sur, más populoso.

Curitiba es una ciudad que se considera modelo de planificación urbana: En ella tienen prioridad los peatones, existen rampas en todas las calles y en todos los edificios públicos y la mayoría de los privados. Existen muchos bulevares y en todos los que vimos hay una franja antirresbalante. Las paradas de autobús están preparadas para resguardar del frió a los pasajeros y dar facilidades para que las sillas puedan subir y bajar. Las puertas de los autobuses quedan al mismo nivel que los pasajeros en las paradas, de tal forma que éstos pueden subir y bajar rápidamente, evitando las escaleras. Lo único reprochable para nosotros, venezolanos, es que hablaran en portugués.



XV

Después de descansar, debíamos seguir el viaje hacia Buenos Aires. En Curitiba teníamos dos opciones: una era la de seguir al sur para llegar a Uruguay, y la otra ir hacia el este para llegar a Foz do Iguacu. La segunda alternativa sonaba mejor, pues nos permitiría conocer las Cataratas de Iguacu. Además teníamos la perspectiva de empezar a hablar en español. Por contra, si llegábamos a Montevideo, tendríamos que volver para arribar a Buenos Aires.

Así que nos decidimos por la opción de llegar a Iguacu. Debíamos recorrer unos 600 km. para llegar allí. Guarapuava y Cascavel eran las poblaciones más grandes en el camino.

Al llegar a Foz de Iguacu nos dirigimos a las cataratas. Aunque las cataratas pertenecen en forma compartida a Argentina y Brasil, es el lado brasileño el mejor preparado para el turismo. Compramos los tiquetes para la entrada. El español era el idioma predominante. A pesar de que el día estaba muy lluvioso, llegamos hasta la vista turística del salto. Al día siguiente estaríamos brevemente en la represa de Itaipu (la más grande del mundo).

Para despedirnos de Brasil teníamos que dirigirnos a Ciudad del Este, en Paraguay. Los trámites para cruzar la frontera se nos hicieron complicados: se necesita la contratación de alguien que, mediante una pequeña cantidad, nos los resolvía todo: en fin las antiguas andadas que yo muy bien conocía, y que tanto me molestaban.

Entramos a Paraguay casi al anochecer. Decidimos ir hacia su capital, Asunción. Teníamos que recorrer 300 km. para llegar. Nos dispusimos a escuchar la radio: antiguas canciones en español. A mitad de camino nos decidimos por un hotel... aspecto un tanto primitivo: apenas llevábamos media hora, cuando se cortó la energía eléctrica. En Paraguay es frecuente esto, pero para inyectarme necesitaba al menos la luz de una vela. Salí de la habitación para hablar con el encargado y, antes que pudiera decirle algo, un perro se abalanzó sobre mí. Gracias a la intervención de el encargado y a los gritos de Gladys, el asunto no pasó de ser una caída y un susto.

Al día siguiente, cuando nos dirigimos a Asunción, el paisaje era totalmente rural: gente desplazándose a caballo... en fin una escena bucólica, pero la gran cantidad de vehículos, la velocidad de estos, la presión que ejercían para que fuera a la misma velocidad, hicieron un suplicio del viaje.

Asunción no tiene aspecto de ciudad (como pensaba encontrar), sino de una concentración de casas con grandes patios a los lados. Antes de ir a un hotel, necesitaba comprar un libro sobre la historia del Uruguay. El que pude conseguir era una historia en tres tomos. El paso de la frontera y la tensión del tráfico me obligaban a descansar unos tres días en Asunción. Tenía bastante material de lectura.



XVI

El poco tiempo que pasamos en Asunción fue leyendo en el hotel y en un centro comercial relativamente cerca del mismo. De la lectura de la historia de Paraguay me quedó que los conquistadores que llegaron a Paraguay fueron buscando el imperio incaico, pero éste ya lo habían descubierto otros conquistadores... que éstos hicieron buenas migas con los aborígenes de la zona... que circunstancialmente tenían los guaraníes una guerra con otra etnia indígena y que la alianza con los conquistadores les venía bien... y que del mestizaje de estos surgió una nueva raza: los guaraní, en el cual, a diferencia de el mestizaje que hubo en el resto de la América hispana, el elemento indígena era el preponderante, y demostración de eso era que el lenguaje guaraní era muy importante, tanto que había zonas donde se hablaba más que el español. A la independencia, surgió la guerra entre grupos, que en un caso eran los federales quienes ganaban y en otro los centralistas.

Cuando más tarde salimos de Asunción, pudimos verificar lo del idioma. Las calles estaban rotuladas en los dos idiomas. Los hombres y mujeres que aparentaban ser europeos por el tamaño, o por el color de la piel, hablaban en guaraní.

Los paraguayos se quejaban amargamente (en el libro) también de que había habido una alianza entre Brasil, Uruguay y Argentina para despojarlos de una gran parte de su territorio y no darles salida al mar. Más adelante me enteré de que esta alianza había sido porque Paraguay había iniciado una guerra de expansión contra sus vecinos, y que esa guerra había sido denominada la guerra del Chaco.

También me enteré que el tercer idioma en importancia en Paraguay es el alemán... que habían poblaciones donde éste era el idioma predominante.

Cuando salimos de Asunción con rumbo sureste, tuvimos los mismos problemas de conducción que a nuestra llegada, pero gradualmente fueron desapareciendo hasta que nos aproximamos a Encarnación. Casi llegábamos a la frontera de Argentina. La población fronteriza de Paraguay es Encarnación y la de Argentina es Posadas. Entre ambas, la diferencia es grande.



XVII

Encarnación es una típica ciudad fronteriza... muchos negocios regentados por árabes... mucha venta de bisutería barata. Por la hora en que llegamos, no valía la pena detenernos a comer. El puente sobre el Paraná, la frontera argentina, parecía la de un país desarrollado. En verdad, desde mi anterior ida a Buenos Aires me había dado esa sensación (por cosas que veremos mas adelante). La requisa a nuestro vehículo fue hecha en forma escrupulosa, etc.

Casi inmediatamente viene Posadas, ciudad donde la gente es muy amable. Ya la placa (licencia) del vehículo empezaba a llamar la atención. Un Sr. se detuvo para que le comentáramos el viaje. En fin, la entrada a la Argentina la estábamos haciendo con buen pie.

Al día siguiente, después de ir a un museo contemporáneo (ése es el nombre dado por mí a los supermercados), fuimos a la oficina de turismo de la provincia donde estábamos, Misiones: abundaban las misiones. Misiones está situada en un territorio que perdió Paraguay en la guerra del Chaco, pero que ya pertenece a Argentina definitivamente. En estas misiones, en el siglo XVII con los indios guaraníes, los conquistadores, y misioneros, se hizo lo que en la práctica fue un experimento social: existió durante más de un siglo un sistema de propiedad colectivo, donde conquistadores e indios podían convivir. Estas comunidades desaparecieron con no pocos enfrentamientos sangrientos cuando los jesuitas fueron expulsados de España. Gladys y yo fuimos a las ruinas de una de estas misiones, pero olvidamos la cámara digital en el hotel.



XVII

Nos dirigimos otra vez a Posadas para salir de la provincia de Misiones y entrar en la provincia de Corrientes... todavía al este teníamos a Brasil. El nombre Paso de los Libres nos sonaba muy bonito y hacia allá nos dirigíamos. Para comer de ahora en adelante y hasta que llegáramos a Buenos Aires sólo conseguiríamos carne (recuerden que estábamos viendo al mundo con los ojos de alguien que estaba conduciendo). A diferencia de Venezuela y Paraguay y al igual que el Brasil, los conductores tenían un comportamiento más amble: si nos podían sobrepasar, lo hacían, pero no nos presionaban de ninguna forma.

Yo quería pasar a Uruguay, a fin de conocer ese país, y luego volveríamos a entrar en Argentina de nuevo para seguir viaje hacia Buenos Aires. Gladys argumentaba que conocer la región de Argentina que estábamos recorriendo casi tenía el mismo valor, y además podíamos conocer Montevideo viajando en el barco que va desde Buenos Aires a esa capital. Los argumentos eran muy convincentes, sobre todo porque me ahorraba dos días de viaje.

No me acuerdo en que población dormimos esa noche. Después del desayuno, al partir, rompí una llave de agua al dar retroceso con mi camioneta. Estábamos en una situación comprometida. Si llamábamos a la encargada, nos haría esperar por la llegada de un plomero y luego hacernos pagar la reparación. Optamos por estimar el daño causado y dejar sobre la cama de la habitación el dinero para el costo de la reparación más un plus por las molestias causadas, e irnos a toda marcha.

Entramos a la población de Gualeguaychu, fronteriza con Uruguay. Nos dijimos que en esa ciudad sí podríamos descansar por dos días. Rosario y Córdoba decidimos conocerlas en el regreso.


XIX

Sin ningún incidente llegamos a Buenos Aires. La ciudad nos deslumbró a los dos. Hicimos arreglos para alojarnos en el centro de la ciudad, Hotel Regis, entre Lavalle y Esmeralda. La camioneta quedaría estacionada muy cerca. Desde allí, viajando en tren y en taxi conoceríamos la ciudad.

Dejemos que sea Vargas Llosa el que nos describa la ciudad: "La primera vez que fui a Buenos Aires, a mediados de los años sesenta, descubrí que en esa bellísima ciudad había más teatros que en París, y que sus librerías eran las más codiciables y estimulantes que yo había visto nunca. Desde entonces tengo por Buenos Aires, por Argentina, un cariño especial. Leer, en estos días, lo que allí ocurre, me ha resucitado las imágenes de aquel primer contacto con ese desperdiciado país. Deseo ardientemente que salga pronto del abismo y llegue algún día a 'merecer' (el verbo y la imagen son de Borges, por supuesto) la democracia que todavía no ha perdido".

Pasamos casi un mes en esa ciudad. Allí surgieron mis primeras dudas respecto a la múltiple esclerosis que anteriormente me habían diagnosticado. Mi desequilibrio progresaba y también aumentaban los problemas en la voz. Consulté con una Dra. que había conocido en mi viaje anterior a Buenos Aires. Después de hacerme hacer un RMI y verme clínicamente, fue la primera vez que oí hablar acerca de ataxia y de atrofia cerebelosa.

Nos tocó decidir qué hacer: si volver a Venezuela o ir hasta Ushuaia como nos habíamos planteado.

Con mapas a la vista, planeábamos ir hasta Ushuaia. En algún lugar del sur pasar a Chile y en el centro de Chile pasar otra vez a Argentina...



XX

Estando en Buenos Aires, nos pusimos en contacto con Josephina, una hija que está en Palo Alto (USA). Nos dijo que, por intermedio de una amiga argentina y de INTERNET se había enterado de las bellezas de una ciudad denominada Puerto Madryn. Que tendría unas vacaciones cortas y que nos sugería vernos allí en la segunda semana de septiembre... que si estábamos de acuerdo, nos daría la fecha exacta más adelante. Gladys y yo estábamos encantados con la noticia. Vimos el mapa, y nos informaba Bueno Aires-Puerto Madryn, 1.312 km., y Puerto Madryn-San Carlos de Bariloche, 933 Km.

El punto era perfecto. Iríamos a Ushuaia y volveríamos hasta Puerto Madryn. Estaríamos con Josephina una semana y después nos iríamos a Bariloche. Desde allí entraríamos a Chile. etc..

Nos dimos prisa para abandonar Buenos Aires. Nos faltaban 3.092 km. para llegar a Ushuaia. Conspiraban contra nosotros el invierno y la progresión de mi ataxia. Íbamos a llegar a Ushuaia en pleno invierno, pero no teníamos otra opción.

La provincia de Buenos Aires está dividida en partidos, no en distritos. Ya un relato de Borges me había obligado a consultar con el diccionario, pero en Hispanoamérica es el único sitio donde me he encontrado con esta división. Agradezco a alguien que sepa el porqué, y nos informe.

Por varios días estuvimos en la provincia de Buenos Aires. Cuando la abandonamos para entrar a la provincia de Río Negro, el pueblo escogido para dormir fue San Antonio Oeste.

En la mañana bien temprano dejamos el hotel y preguntamos a alguien alguna cosa. Éste nos respondió, pero a las vez nos preguntó si le podíamos dar un aventón. Inmediatamente le respondí que no, pero al haber avanzado unos 50 m., Gladys que les estaba observando por el espejo retrovisor me dijo que volviéramos, que ella intuía que eran buenas personas. Así lo hice. Me preguntaron si había sitio para dos, que ellos solo irían hasta Trelew. Se acomodaron detrás.



(Continuación)