70- "TOCINO LOCO". Por Pilar Ana Tolosana Artola, paciente de Ataxia de Friedreich, de Vitoria. (18/2/2001).

Era el día de los enamorados. Iñaki había salido a cenar con su novia Marieta al restaurante que quedaba tres calles más abajo de su domicilio.

Él solía satisfacer su apetito con un buen chuletón de ternera, pero ese día se había decantado por unas chuletas de cerdo al curry. No era casual su cambio de menú: en todos los sitios se hablaba de la enfermedad de las vacas locas, la cual podía trasmitirse por consumo de carne de vacuno. El ministro hacía gala de que no pasaba nada comiendo vaca y más vaca, pero Iñaki decía que habría de verse si ese hombre no estaría afectado dentro de unos años.

Marieta comió pescado: más que nada por no discutir con su novio, que en los últimos días se había convertido en un enemigo acérrimo de la exquisita carne de los rumiantes.

Cuando el muchachote probó el primer bocado de cerdo, se puso tan rojo como un tomate y empezó a bufar, acabando rápidamente con el contenido de su copa después. Marieta se puso muy nerviosa al ver que Iñaki, dejando de protestar y gesticular alteradamente con las manos, caía patas arriba y perdía la consciencia.

- ĦEl tocino estaba loco! -gritó la joven.

Enseguida llegó la ambulancia. Y, aunque a su llegada al hospital el chico ya estaba recuperado, pasó a observación. El médico explicó a la pareja de que las chuletas habían sido el desencadenante del ahogo de Iñaki, pero no por que estuvieran infectadas por alguna extraña enfermedad, sino por el picante que aliñaba la carne del cerdo.