EL DÍA DE LA MADRE. Por Miguel-A. Cibrián, paciente de Ataxia de Friedreich. Escrito para la revista "Regañón", número de abril de 1999.

Dentro de algunos días, y antes de la salida del próximo número de la revista, el primer domingo del mes de mayo se celebrará el día de la madre. Hace algún tiempo, esta celebración se hacía coincidir con la fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre. Pero, comerciantes avispadillos, dándose cuenta de la existencia de demasiadas fechas a finales de año para gastarse el dinero en fiestas, regalos y gastos extras, lo cambiaron. Decidieron trasladar la conmemoración del día de la madre a otra fecha más apta para sus ventas y eligieron el primer domingo de mayo. Después de todo, más o menos por esos meses anda la celebración en el lugar donde nos reflejamos en materia de consumismo (Estados Unidos). Y... en el cambio de fechas hemos salido perdiendo todos, incluidas las madres. Menos los vendedores, todos hemos salido perjudicados. Me explico:

Antes, el recuerdo a la madre en la fecha dedicada a ella, era una aventura más genuina. Lo realmente importante de este recuerdo, el cariño por parte de los hijos, lo acompañábamos con un regalo de tipo personal. El obsequio llevaba un poco de nosotros mismos. En mis tiempos de colegio confeccionábamos unas postales para obsequiar a la madre en tal festividad. Los dibujos que servían de postal, según la capacidad artística del autor, a veces no pasaban de ser un mamarracho particular. Las palabras del interior, si no eran garabatos indicadores de nuestra escasa destreza en la escritura y con faltas de ortografía incluidas, distaban mucho de tener ninguna calidad literaria. Pero, ¡y qué!, si todo ese detalle nuestro era totalmente íntimo. Salía en su totalidad del corazón...

Hoy, el recuerdo a la madre en su día es distinto. Para eso está montado de esa manera el tinglado consumista. Es una fiesta con visiones comerciales donde nuestros sentimientos son un puro pretexto utilizado por los vendedores para su crecimiento económico. ¿El regalo sale del corazón como antes?. Evidentemente que sí. Pero... eso sí, tengo la seguridad de su paso por la cartera. Nos pasamos por unos grandes almacenes para comprar la correspondiente plancha, la tostadora, o la cafetera... Y el colmo del despiste, o de la intención de darse importancia, es dejarse la etiqueta del precio pegada al obsequio. ¡Como si el cariño se midiera en pesetas...! . Lo de menos es que la madre ya tenga tres, o cinco planchas. Y, ¡qué importa!, si el objetivo de incrementar las ventas comerciales ya está cumplido. Los comercios hacen su agosto, de eso no cabe duda. Pero... ¿de quién es el día, del comercio, o de la madre...?.

La auténtica verdad es la contada. ¿Qué demonios tienen que ver los sentimientos con los mercados...?. En la realidad, es dificilísimo llevar la contraria a la marcha de los tiempos. Se ha de ser muy valiente, o ponerse el mundo por montera, para no dejarse manipular y ser una víctima más del consumismo. Porque -¡claro!- si no te prestas a este juego comercial, regalas todo el cariño del mundo, aunque a secas. Y está muy bien, pero tiene sus peros. Porque, luego, vienen los demás hermanos con las planchas, tostadoras, cafeteras..., y ponen la mesa del salón que parece el mostrador de una tienda de electrodomésticos en horas punta. Y tú te quedas con cara de tonto. Hasta te pones colorado. Te sientes el pariente pobre de la familia.

A pesar de los complejos de inferioridad creados por no querer someterme a las reglas comerciales, he decidido llevar la contraria en este día todo quisque. No soy tacaño. No es eso. Pero, en esa fecha, sigo con mi lacónico: "felicidades". Y no es poco cuando sale del alma. Ni siquiera soy besucón. Hace más de 20 años que no beso a mi madre. Cada uno es cada uno y tiene derecho a tener sus propias rarezas.

No he querido pasarme esta fecha tan entrañable sin hacer un homenaje desde mis líneas en "El Regañón" a todas las madres de esta comarca del Pisuerga.

Mi intención es buena -al menos, eso creo yo- pero llevar a cabo la idea tiene sus dificultades. ¿Qué puedo regalar a todas y a cada una de las madres de la comarca...?. ¿Joyas?. Lo siento, no tengo a mi disposición "los fondos reservados del Estado". ¿Flores...?. No, eso no. Pues, a rosa cada una... la floristería se iba a quedar sin cobrar por falta de fondos. Y uno es tonto, pero honrado. No tengo ninguna intención de irme al otro mundo dejando deudas. Los besos van más baratos que las rosas. Cierto. Pero... si mido el homenaje en relación con el precio, caería en el mismo error comercial antes criticado. Tampoco esta ocurrencia me parece adecuada. Después de haber reconocido que no soy besucón, no sería sincero repartiendo besos a diestro y siniestro. Y además esa práctica tiene su peligro -¡vaya usted a saber las consecuencias de semejante osadía!- a lo mejor, por atrevido, me sale a torta por beso. ¡Con lo tímido que soy...!.

Ya tengo la solución a mis buenas intenciones:

Les haré dos obsequios. El primer regalo será una postal a la antigua usanza (casera). Las habilidades no son las de mi juventud. En cambio, si son mayores los conocimientos adquiridos. La letra de la postal se basa en una frase de Bertold Brecht. Este dicho del autor, en origen, nada tiene que ver con el asunto de la madre, pero yo por mi cuenta lo he adaptado para ese fin.

El segundo regalo consistirá en unos versos de un poeta Portorriqueño llamado José Antonio Dávila. Este autor no debió de ser muy famoso, pues -a pesar de mis intentos- no hallo su nombre en la enciclopedia. Pero, eso sí, sabía muy bien lo que se decía. Y sus versos vienen como anillo al dedo para el tipo de madre de esta comarca del Pisuerga. Nuestras madres tienen una abnegación especial. El tiempo y las tradiciones las ha dejado marcadas. Porque, madres, a pesar de vuestro cansancio, seguiréis poniéndonos buena cara y diciéndonos que aún no estáis cansadas. Como aclaración, les diré que el título del poema de donde están extraídos los versos será importantísimo para entender las palabras de este trozo de poesía. Se titula: "Carta al Señor Propietario del Universo".

Madres, hoy, cuando se habla de feminismo y trabajar fuera de casa, os menospreciarán porque en vuestro carnet de identidad pone: de profesión "sus labores". Madres, hoy, cuando todos se ajustan a un horario, nadie podrá comprender que hayáis trabajado las 24 horas, todos los días del año, en casa, en el campo, y donde hiciera falta. Madres, hoy, cuando se habla de aborto, os tendrán por poco espabiladas por haberos llenado de hijos. Madres, hoy, cuando lo importante es disfrutar, no estará bien visto que jamás hayáis tenido un mes de vacaciones. Madres, hoy, cuando se da culto al egoísmo, nadie entendería que os hayáis privado de un pedazo de pan en favor de vuestros retoños. Madres, hoy, cuando se lleva presumir, no acertarán a comprender que no hayáis tenido zapatos por llevar calzados a vuestros hijos. Madres, hoy, cuando es prácticamente delito hablar de sacrificios, nadie entenderá los vuestros en favor de la familia.

Madres, soy el primero en animaros a vivir, como también soy el primero en desearos toda la felicidad del mundo. Tenéis todo el derecho, y yo no os lo voy a negar. No se trata de eso. No obstante, si quieren corregiros por vuestra abnegación pasada, no hagáis caso. ¡Pobrecillos!, se creen que la vida solamente es tener y disfrutar. No ven más allá de sus narices. Parafraseando a Miguel Delibes en su novela "El disputado voto del Sr. Cayo": "...han venido a redimir al redentor". Vosotras sois todo un ejemplo amando. Y eso -digan, hoy, lo que digan- lo es todo. San Pablo afirma: "Si no tengo amor, no soy nada". San Juan de la Cruz dice: "Al final de la vida os examinarán del amor". La Doctora Quinn (serie de televisión) asegura: "El tesoro de cada hombre está en su propio corazón". Y, por si todo esto fuera poco, yo -desde mi pequeñez- añado que el ser humano vale cuanto valgan sus sentimientos. Porque, así es. ¿Y ese disfrutar tan de moda hoy día...?. Hoy se dice: "¡Que me quiten lo bailao!". Mentira. El deleite sólo vale para el presente. Cuando el placer se mira desde la retrospectiva del recuerdo, sólo produce dolor. Así lo dice el poeta Jorge Manrique en unos versos: "¡Cuán presto se va el placer!./ Cómo, después de acordado/ da dolor...".

Madres, vosotras sois IMPRESCINDIBLES.